sábado, 8 de septiembre de 2012

PERSEPOLIS

Persépolis

Es la  antigua ciudad de Persia, capital de los Aqueménidas, situada al NE de Shiraz. Construida por Darío I (518 a C).
La primera capital del Imperio Persa aqueménida fue Pasargadas, pero hacia el 512 a C el rey Darío I el Grande emprendió la construcción de este masivo complejo palaciego, ampliado posteriormente por su hijo Jerjes I y su nieto Artajerjes I. Mientras las capitales administrativas de los reyes aqueménidas fueron Susa, Abatana y Babilonia, la ciudadela de Persépolis mantuvo la función de capital ceremonial, donde se celebraban las fiestas de Año Nuevo.
Construida en una región remota y montañosa, Persépolis era una residencia real poco conveniente, y era visitada principalmente en primavera. En el 330 a C, Alejandro Magno, en su campaña de Oriente, ocupó y saqueó Persépolis, incendiando el Palacio de Jerjes, para simbolizar quizá el fin de la guerra panhelénica de revancha hacia los persas.
En el 316 a C, Persépolis era todavía la capital de Persia, una provincia del nuevo imperio macedónico. La ciudad decayó gradualmente durante el periodo seléucida y posterior. En el siglo III d C, la cercana ciudad de Istakhr se convirtió en centro del Imperio sasánida.
 

En una plataforma de roca natural, de unos 300 x 500 m, adosada a una ladera del Küh-é Rahmat (Monte de la Misericordia). A unos 50 km al nordeste de la ciudad de Shiraz, provincia de Fars (centro de los imperios aqueménida y sasánida), al sudoeste de Irán.
Los otros tres lados de la plataforma cuadrangular que sirve de base a Persépolis están compuestos por un muro de contención de sillares ciclópeos, variando de altura siguiendo la inclinación de la ladera de 4 a 14 metros).
En el lado Oeste una majestuosa doble escalera de 111 peldaños da acceso a la terraza, sobre la que se levantan las ruinas de varios edificios colosales, dispuestos ortogonalmente, construidos todos en una piedra gris oscura procedente del monte vecino, a menudo pulimentada hasta alcanzar la textura del mármol. Los sillares, de gran tamaño y cortados con la máxima precisión, fueron colocados sin mortero o argamasa, y muchos de ellos permanecen todavía in situ.
Los palacios incorporaron elementos arquitectónicos procedentes de diversas tradiciones: meda, mesopotámica, griega y egipcia. La mayor parte de la ciudadela de Persépolis fue excavada por el Instituto Oriental de Chicago en los años 30, y posteriormente por el Servicio Iraní de Arqueología.
En el florecimiento de la arquitectura aqueménida que se produjo en Persépolis es evidente la influencia de la tradicional arquitectura elamita, hegemónica en el II milenio a C, cuyo carácter auténtico no se ha individualizado hasta fechas recientes gracias al hallazgo del zigurat y el complejo de templos de Choga Zambil (Irán, cerca de Susa). Es también muy perceptible en Persépolis la influencia del arte griego, dado que Darío, al regreso de la guerra en el Egeo, se llevó consigo gran número de artesanos griegos.
El leit-motiv artístico persa aqueménida eran las tallas en piedra. Éstas se diferencian de las de Asiria, donde los relieves se usaban como decoración interior y tenían un contenido narrativo. En Persepolis entran a formar parte de la decoración exterior de los muros, lo que explica la ocasional monotonía de sus temas procesionales. El bajorrelieve plano y detallado de los grabados asirios dieron paso al sutil modelado de Persépolis, que recordaba el trabajo de los forjadores. Los ropajes sugerían, a la manera griega, las formas del cuerpo humano a través de las telas, y se daba un tratamiento más plástico de los temas humanos y animales, aumentando el efecto tridimensional de todos los relieves. Todo ello supuso una ruptura con los estilos mesopotámicos imperantes hasta entonces.
Innovadores fueron los capiteles escultóricos de las columnas, en los que a las formas animales mesopotámicas se añadieron enriquecimientos griegos y egipcios. Las columnas son estriadas, con basa en forma de campana invertida. Los capiteles combinan motivos griegos (como sépalos colgantes y volutas dobles) con egipcios (hojas de palma), y están rematados por impostas zoomorfas compuestas de dos animales unidos: toros, leones o grifos.
Con la decadencia y ruina de Persépolis muere también el estilo aqueménida. Porque este arte quedó sin posteridad, y no sobrevivió nada de lo que constituyó su originalidad, como no fuere el lejano eco de los pilares de Ashoka, coronados de capiteles persas, en Sarnath, Mathura y Sanchi, lugares búdicos del Indostán donde subsistiría el último recuerdo de la irradiación mundial de Persépolis.



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