jueves, 6 de diciembre de 2012

CHINA LA PRONTA POTENCIA MUNDIAL


Por: Faryd Alvarado

Una potencia mundial es un estado que tiene la capacidad de influir o proyectar poder a escala mundial. Como sabemos EEUU ha representado durante algunos años el poder económico en el mundo más sin embargo no significa que sea libre de deudas. Por otra parte nos encontramos a China el país más poblado del mundo y que en los últimos años está implementando un sinfín de métodos que alzan la economía y la industria, quiere cambiar su imagen de gigante industrial, con unas tasas de crecimiento espectaculares.
Dejar atrás los ya manidos tópicos de fábrica mundial de productos baratos, de dudosa calidad y de segunda economía mundial con perspectivas de convertirse en la primera.

El gobierno chino cree que el actual modelo de desarrollo político y económico que les llevó al éxito durante los últimos 30 años se ha agotado. Esto significa que la comunidad internacional, probablemente, tendrá que adoptar una nueva estrategia en sus relaciones comerciales.




 La economía china esta creciendo a un ritmo superior al 15% anual durante los últimos cinco años. Su extraño ingreso a la economía capitalista mundial lo esta declarando partícipe y salvito necesario de la crisis del sudeste asiático

La economía china es realmente un coloso. Su producto interno bruto es ya dos tercios del de
Estados Unidos. Además, su influencia sobre la economía global es arrolladora. Basta pensar en
las etiquetas de la mayoría de productos que importamos: simplemente reflejan que China se ha
convertido en el tercer exportador mundial, desbancando a Japón, y sólo después de Alemania y
Estados Unidos. De la misma manera, los inmigrantes chinos están inundando America y Europa  de tiendas de productos chinos baratos que están permitiéndoles enriquecerse y seguir manteniendo estrechos contactos con su país de origen. Además, China se ha convertido en el destino número uno de las grandes multinacionales, lo que le ha permitido importar técnicas de producción desarrolladas y tecnología para agregar valor a sus exportaciones que, hoy por hoy, ya cubren una enorme variedad de productos. Por último, China no se conforma con recibir capital extranjero, sino que también consigue invertir masivamente en el extranjero gracias a las ventas de sus productos en todos los mercados mundiales. Las inversiones de China en el exterior, por el
momento, se han concentrado en títulos seguros, principalmente del Tesoro de Estados Unidos,
cuya necesidad de financiar su enorme déficit, tanto fiscal como por cuenta corriente, ha colocado
a China en una posición envidiable, dadas las cantidades que tiene a disposición para invertir, y ha
colocado a Estados Unidos, en cambio, en una situación de cierta dependencia. Aunque la
solvencia de un país como Estados Unidos no plantea dudas, lo cierto es que China, con sus
inversiones masivas, ha contribuido a que Estados Unidos haya podido mantener unos costos de
financiación reducidos. Más recientemente, China se ha embarcado en compras de activos reales,
fundamentalmente empresas exportadoras de materias primas, pero también de tecnología. Dados los recursos a disposición de China, esta política de internacionalización de sus empresas está empezando a cambiar el ajedrez económico y empresarial mundial.

 
En resumen, China es enorme en población y en tamaño económico y, además, cada vez está
más abierta comercial y financieramente, de modo que por fuerza de las cosas ha de influir
sobre la economía mundial. La rapidez con la que se ha producido este fenómeno el PIB se ha
doblado en tan solo seis años y la falta de información fehaciente al respecto por la propaganda
y la censura que aún reinan en el país han hecho que el fenómeno nos haya tomado a todos por
sorpresa. Es como si China hubiera estado sumergida durante muchos años y, de repente y sin
esperarlo, emergiera con un enorme poderío. Así, de la visión de país subdesarrollado y
planificado de tan solo unos años atrás, se ha pasado a observar a China con euforia. La euforia
llega hasta tal punto que algunos analistas prevén incluso que, de seguir así las cosas, China se
convierta en la primera potencia económica mundial dentro de treinta y cinco años, al menos por lo que respecta al tamaño del PIB
 

independientemente, no hay duda de que China es y será una economía importante a nivel mundial pero, para poder desbancar a Estados Unidos como primera economía mundial, China tendrá que conseguir llegar a ser una economía de mercado sin mayores sobresaltos. Pero el país no podrá mantener indefinidamente una economía de mercado sin democratizarse, lo que plantea aún más incertidumbres sobre el futuro. Las experiencias de los países del Este y de la antigua Unión Soviética muestran lo costosa que puede llegar a ser dicha transición. Esto no quiere decir, sin embargo, que a China no pueda esperarle un futuro brillante en el largo plazo, pues cuenta con
importantes ventajas respecto a la mayoría de países emergentes, siendo la mayor de ellas una
población enorme interesada por superarse, por dar formación a sus hijos y, por tanto, por
acumular riqueza y capital humano. Mientras tanto, lo que está claro es que la emergencia de
China como potencia económica se basa en su apertura, y que esa apertura está cambiando el
orden económico y monetario internacional.

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